Hoy quisiera haceros llegar una invitación a todos los miembros de la Compañía DyD y a todos nuetros seguidores sobre vuestra participación en el blog. Quisiera que esta via pudiera ser un mecanismo para compartir todo aquello que ponga una sonrisa en vuestras caras.
Una compañía no es un grupo de individuos que trabajan aisladamente, sino un grupo de personas unidas por un mismo fin, bailar expresando los sentimientos que todos tenemos en nuestro interior. Quizá os preguntaréis cómo es esto posible dentro de una compañía o grupo si cada uno siente de forma diferente. Precisamente ésa es la clave para el enriquecimiento de la Compañía.
La fuente de inspiración de todo artísta se encuentra tanto en el interior (en la persona) como en el exterior (en otras personas y en la vida misma). Mirar lo que otros hacen y sienten, puede abrir nuestra inspiración para hacernos recordar que nosotros también hemos hecho o sentido algo parecido o, precisamente, lo contrario. Siendo consciente de estos sentimientos, puedo dejarme llevar por ellos para expresarlos con el movimiento. Sin embargo, no olvides que otros también se mueven, danzan contigo. Si estás atento, esos movimientos, como si de un diálogo se tratara, te hablarán e inspirarán nuevas formas de bailar. Lo mismo puede ocurrir con quién te vea.
El resultado será muy creativo. Una compañía danzando sobre un mismo tema pero donde cada bailarín expresa lo que siente, valorando sus fuentes de inspiración (sus experiencias y las de otros).
A mí me gustaría compartir contigo un cuento que me gusta mucho: Se titula, Los Tres Canteros (bueno, como sobrás, los canteros trabajan con piedras, con cantos).
Era sé una vez 3 canteros que estaban trabajando en la construcción de una catedral. Un día un hombre que pasaba junto a las obras, le preguntó a uno de los canteros ¿qué haces? El cantero respondió que estaba tallando una piedra para ponerla en la pared.
Después, el hombre preguntó lo mismo al segundo cantero y este le respondió sin mucho entusiasmo que estaba trabajando.
Por último, el hombre se acercó al tercer cantero y le hizo la misma pregunta que a los otros 2. El tercer cantero, al escuchar la pregunta, levantó la cabeza, miró a su alredor y con una gran sonrisa contestó: Estoy construyendo una catedral. En ese momento, el hombre que estaba junto aquél cantero, puedo imaginarse lo grande y bonita que sería aquella catedral.
Con este cuento, yo aprendí que todo lo que hago, por muy pequeño y simple que sea, es importante. También aprendí, que si quiero, puedo ver o hacer que las cosas sean lo más bonitas que yo quiera y que si se lo cuento a alguien con todo mi entusiasmo, éste se contagia a los demás.
Igualmente quisiera compartir con vosotros un video que encontré hace poco en Interner y que me ha enseñado el efecto que produce compartir en las personas que tenermos alrededor y en nosotros mismo. Espero que te guste. http://www.youtube.com/watch?v=-wqBlcLw0vg&feature=share ¿Me podrías decir cómo son sus caras al final del vídeo?
Nos encantaría que nos hicieras llegar las experiencias que quieras comparir. Las publicaremos en este blog. Si necesitas ayuda para escribir tu historia, pide ayuda a tu familia o un adulto. Pero recuerda que el objetivo es aprender a compartir, valorar a los demás y aprender de lo que ellos nos enseñan.
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