Ya estamos de vuelta al trabajo con muchas ganas e ilusión, con las pilas recargadas después del verano. Estamos impacientes por poner en marcha nuevos objetivos y comprobar como se van tranformando en realidades.


Hemos comenzado nuevos proyectos, además de poner a punto nuestro cuerpo. El Programa Danza y Discapacidad se encargará de esta tarea, al igual que la Compañía DyD elaborará los nuevos montajes que ya están hirviendo en la cabeza de su coreógrafa María Tomillo.


La ilusión y las ideas nos fluyen, los nervios y la impaciencia son una expresión de nuestra emoción por volver al trabajo, de ver de nuevo a los compañeros y profesores. Nos zambulliremos entre un montón de cuerpos cargados de expresividad, plasticidad y espíritu creativo del que nos nutrimos en un feedback constante para crear algo único y personal, para crear belleza en la diversidad, para expresar sentimeinto y espíritu.
 

Nuestra línea de trabajo, en todos los niveles formativos y edades, se dirige hacia donde nuestros bailarines profundicen en su expresión más íntima y personal, donde construyan sus propios movimientos a partir de una idea general y donde la diversidad de capacidades y su respeto sea una fuente de riqueza y un elemento de unión. Un medio de experimentación y vivencia transcendental de la persona.

Ello exige un trabajo constante y total del bailarin alejándose de sus miedos y barreras y superando la comodidad de lo fácil, el de «me lo dan todo hecho» y el impulso de lo simple y rutinario de las costumbres sociales, para llegar a una expresión y satisfacción más plena de la persona y un entendimiento de su poder de creación y de trascender. Este objetivo es constante y se desarrolla evolutivamente a lo largo de todos los cursos y grupos, repetando los ritmos y capacidades de todos los bailarines.

Para lograr esta meta, el Programa Danza y Discapacidad se encarga del desarrollo psicomotor, de la postura corporal con presencia escénica (belleza y plasticidad) y de la expresión corporal de conceptos no abtractos y abstractos, que en este último caso representan una gran complejidad para la persona con capacidades diversas de tipo psíquico. Además, incide en las capacidades de cada bailarín para la búsqueda del propio movimiento, de «un traje personal» que le permita una expresión emocional, una satisfacción y trascendencia únicas, dentro de la diversidad grupal.
La Compañía DyD solapa desde ese punto su intervención para concretar lo aprendido en el Programa Danza y Discapacidad en temas y montajes coreográficos concretos de estética plástica y emocional.
Este es nuetro trabajo y así somos. Con estas fotos, te mostramos unos ejemplos.















 

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